sábado, 7 de octubre de 2017

Lucifer y su destierro



La Biblia declara que en el principio Satán, entonces llamado Lucifer, era un ser sin pecado y justo. El registro habla de la integridad y justicia originales del gran arcángel con estas pa labras, "Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste criado, hasta que se halló en ti maldad" (Ezequiel 28:15). Es difícil para nosotros comprender que esta criatura malvada, ahora el archienemigo de Dios y del hombre, en un tiempo fué un ser santo, y guardián del trono de Dios. Que él fué un objeto de la confianza divina, un arcángel a quien se le confió una gran autoridad, y que por un tiempo descargó sus deberes sin falta alguna y en obediencia perfecta a Dios. Que, lejos de ser un ad versario de Dios, él era "querubín grande, cubridor" (Ezequiel 28:14), cuyos hechos y conducta estaban por encima de toda sospecha, y que gozaba de la confianza de Dios a tal grado que el cuidado del cielo estaba confiado en sus manos.


Las Escrituras describen con algo de detalle el estado original de este ser exaltado. Era hijo de la mañana, el portador de luz del cielo. El poseía una autoridad que, hasta donde sabemos, era solamente inferior a la de Dios Mismo. Como el "querubín grande, cubridor", él reinaba como virrey en el monte santo de Dios (expresión bíblica para el reino de Dios). "Más sabio que Daniel" (Ezequiel 28:3), no había secreto entre las huestes angelicales que estuviera escondido para él.


Entonces, ë cómo sucedió que este poderoso arcángel, Lucifer, hijo de la mañana, cayera de su posición exaltada a las profun didades de la depravación para convertirse en el príncipe de las tinieblas? Con respecto a esta pregunta profunda, las Escritu ras no guardan silencio. Lucifer era la perfección de la belleza. Poseía una personalidad y encanto que arrebata la admiración de la hueste del cielo. No es raro para aquellos que están dotados de una belleza excepcional que adquieran un deseo desordenado por la ad miración de los otros. Lucifer, aun cuando era de la orden angelical, no era una excepción a esta debilidad. Ezequiel 28:17 declara, "Enaltecióse tu corazón a causa de tu hermosura". El registro indica que en el curso de los acontecimientos, "Lucifer desarrolló un nacicismo extraño. Poco a poco, él permitió que el centro de su universo variara de Dios a él. El no lo hubiera admitido, empero en verdad se estaba efectuando un cambio en su carácter de un portento siniestro y aterrador.


Lucifer poseía dones raros. Había sido dotado con gran sabiduría y conocimiento qué fué lo que había en la voluntad de Dios que había lle gado a ser desagradable a Lucifer? La razón no queda escon dida para nosotros. Se nos dice expresamente que Satán intentó ensalzar su solio "en lo alto junto a las estrellas de Dios" a fin de ser "semejante al Altísimo" (Isaías 14:12-14). Pero Dios, en Su plan eterno había reservado este ensalzamiento, no para Lu cifer, sino para Cristo. Le ha sido dado a Cristo solamente sentarse con el Padre en Su trono (Apocalipsis 3:21). Lucifer, aun cuando era virrey, el arcángel principal y el querubín un gido, tendría una posición inferior a Cristo. Cuando se hizo evi dente a Lucife que no iba a tener la posición suprema, él vio sus ambiciones frustradas. Fué ésto lo que resultó en su rebelión. Parecerá extraño que un ser creado pudiera desarrollar tal pa sión para un auto ensalzamiento, pero el caso no es más extraño que el de algunas personas hoy en día, quienes, por razón de una ambición personal desmedida, siguen adelante imprudente mente en su propia voluntad a un destino similar al de Lucifer. 


Hasta ese momento, Lucifer había desempeñado sus deberes sin culpa alguna y sin falta. No había razón para que hiciera él de otra manera. Empero la hora había llegado cuando la re belión nació en su corazón. Aun cuando Dios le había dado todo menos el trono, Lucifer no estaba satisfecho. El sueño de un reino universal, en el cual él tuviera el poder supremo, agitó una ambición inquieta en su interior. Aparentemente no hizo intento alguno para reprender este espíritu impío de autoexaltación, sino que le dio pleno estímulo. La semilla malvada del orgullo, per mitida en su enraizamiento, continuó creciendo. Al final le pro dujo una cosecha de miseria y aflicción para sí, y para aquellos que lo siguieron, que solamente el Ser Infinito puede amillarar en toda su extensión (la. Timoteo 3:6). 


La historia de la autoexaltación, rebelión y caída subsecuen te de Lucifer es relatada en lenguaje breve pero claro en Isaías 14:12-14: "¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! momento que el plan era de una naturaleza tan asombrosa que estremeció hasta a los ángeles fieles, cortado fueste por tierra, tú que debilitabas las gentes. Tu que decías en tu corazón: Subiré al cielo, en lo alto junto a las estrellas de Dios ensalzaré mi solio, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del aquilón; sobre las al turas de las nubes subiré, y seré semejante a! Altísimo."

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